Con todo el bullicio de la fiesta terminé acostándome a dormir casi a las 3:00 de la mañana para levantarme una hora y media después. Si no es por nuestros vecinos que vinieron encarecidamente a pedir que por favor los dejaran dormir posiblemente no hubiera podido dormir nada antes del viaje.
La alarma sonó y en un dos por tres ya estaba de pie de camino a la ducha. Mientras me duchaba escuché el timbre de la puerta sonar. Pensé que serían mis compañeras de piso y si era el caso ignoré su llamado por haber sido tan desconsideradas horas antes y no haberme dejado descansar.
Mientras me vestía el timbre continuaba sonando. Luego de haber terminado de alistarme finalmente abrí la puerta para encontrarme con una de las amigas de mis compañeras de piso. Totalmente borracha se trató de disculpar por haber insistido tanto en que le abriera.
El taxi vino a recogerme exactamente a las 5:45 de la mañana. Mientras yo iba de camino al aeropuerto Mallorca aún dormía. El taxista me interrogaba y al contarle que iba de regreso a casa su primera pregunta fue: ¿has dejado algún corazón roto?
La contestación mejor me la reservo. En el aeropuerto cargué todo mi equipaje hasta el mostrador de Airberlin. Hice todas las diligencias pertinentes para poder abordar y al pasar por seguridad y estar en el "gate" no me quedó de otra que tomarme mi último café bien cargado pero sola.
El café estaba tan caliente que estuve esperando un buen rato a que se enfriara un poco. Mientras le enviaba mensaje a mis amigas para oficialmente despedirme antes de tomar mi vuelo hasta Berlín.
El primer vuelo llegó a Berlín sin ninguna complicación. Al llegar a esta localidad tuvimos que bajarnos en la pista y tomar un autobús hasta el terminal. La apariencia del aeropuerto se veía un poco cutre. La conección de terminal en terminal no estaba techada así que con el frío que estaba haciendo traté de aligerar el paso.
Al llegar la hora de pasar por seguridad para tomar mi próximo vuelo hubo un pequeño contratiempo. Yo había comprado una botella de hierbas mallorquinas en el aeropuerto de Palma y no tenía conocimiento que si tienes vuelos con conección no se puede pasar por seguridad ningún tipo de líquido.
¡Pequeño detalle! Le dije al chico de seguridad que no pasaba nada que si no se podía pasar que mejor se quedaran con la botella y se la bebieran en mi nombre. Yo siempre tratando de tener el mejor sentido del humor. A fin de cuentas tuve que hablar con el personal de la aerolínea que me dijeron que si no pagaba por la maleta donde llevaba el líquido no había manera de llevármelo dentro avión.
Regresé a seguridad y el mismo chico me dijo que no me preocupara que había hablado con la compañera que examina el equipaje con rayos x y dijo que podría pasar la botella sin problemas. ¡Me hicieron el día!
Feliz de la vida me senté en el avión para el viajecito de diez horas y media a Miami que me esperaba. Por casualidades de la vida me tocó sentarme al lado de un cubano criado en Nueva Jersey. Nos contamos chistes, nos reimos de las ocurrencias de las personas en el avión y platicamos por un rato porque más de diez horas en un avión está fuerte.
El viaje se nos hizo eterno aunque el amigo cubano se dió par de tragos y quedó rendido en los brazos de Morfeo por unas dos horas. Al llegar a Miami y pasar por todo el proceso de Aduana fue un poquito chocante estar al otro lado del mundo.
Aún luego de llevar varios días con mi familia y en mi hogar se me hace un poquito difícil asimilar que mis eternas vacaciones han terminado. Dejé atrás tanta gente maravillosa, tantos recuerdos que no dudo regresar algún día a Mallorca.