1 de mayo de 2012
Gerona: la Florencia española
En pocos días nos hicimos expertas en trasladarnos en tren fuera de Barcelona. Nuestro próximo destino: Gerona. Esta ciudad está ubicada al noroeste de España, limitado con la frontera francesa.
Compramos nuestro boleto de tren para llegar hasta la Florencia española pero antes hicimos una pequeña parada en La Boquería para comprarme un zumo natural. Con mi zumo de mango, coco nos encaminamos en nuestra aventura del día.
Esta vez el tren era más moderno, rápido y cómodo. Estuve el viaje completo apreciando el paisaje que lucía muy diferente a Barcelona, quizás porque está tan próximo a la frontera con Francia.
Al arribar a la estación de tren nos dejamos llevar por los rótulos para llegar hasta el centro de la ciudad. Parece que los letreros no están muy bien distribuídos porque tuvimos que terminar pregunto hacia donde nos teníamos que dirigir y jamás nos hubiera pasado por la mente tomar la ruta tan simple que nos recomendó la empleada de un estanco cercano.
Con lo primero que nos topamos al llegar al centro de la ciudad fue uno de los puentes que cruzan el Río Onyar. Buscamos el centro del información más cercano para tener en cuenta las atracciones principales y así comenzar nuestro pasadía por esta peculiar localidad.
Cruzamos varios de los puentes peatonales que dan acceso al otro lado de la ciudad y donde principalmente están ubicados los más importantes puntos de interés. Nuestra primer lugar a visitar en la lista lo fue la Catedral consagrada a Santa María. Ubicada en el punto más alto de la ciudad, esta edificación cuenta con la nave gótica más ancha del mundo.
Paseamos "El Call", antiguo barrio judío y el barrio de Sant Pere el monasterio de Sant Pere de Galligants donde se encuentran los Baños Arabes, área de muchos árboles y donde terminamos ingeriendo nuestro almuerzo.
Luego visitamos la Iglesia de Sant Feliu que alberga la capilla dedicada al santo patrón de Gerona, Sant Narcís, mejor conocido como el "santo de las moscas". Me fascinó ver tanta vegetación en medio de la ciudad. Parques por todos lados con bancos y áreas para los niños para jugar.
Mi parte favorita del pasadía fue localizar la muralla de piedra con varias torres de acceso que exponen una vista espectacular de la ciudad. A un extremo se divisan todos los edificios de la ciudad y al otro lado se ve un campo verde con montañas y casas dispersadas.
De regreso a Barcelona nuevamente hicimos una parada en La Boquería porque la realidad es que terminé magnetizada a los zumos naturales y los pintxos de diferentes embutidos de Cataluña.
Para cerrar con broche de oro nuestra última noche en Barcelona y celebrar lo exitoso y divertido que fue el viaje decidimos ir a cenar a Barrio de Gràcia.
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