17 de febrero de 2012

En una garita

Hay tardes hermosas con el sol resplandeciente y la temperatura perfecta para andar libremente por las calles de Palma. Estas tardes son las que me encanta aprovechar para visitar mi lugarcito secreto. No tan secreto porque mucha gente lo frecuenta por ser área turística.
Cuando me siento triste, melancólica, pensativa o simplemente con ganas de despejar mi mente acudo a la garita.
Una garita muy parecida a la del Morro en el Viejo San Juan. Junto a la garita observo la grandeza de Dios, una vista del mar Mediterráneo con un cielo despejado y un sol brillante.
Apesar de la conmoción de la ciudad; el ruido de los autos, las personas en su rutina por alguna razón en este lugar puedo concentrarme y dejar atrás cualquier distracción. Así paso a veces media hora y hasta una hora contemplando mis alrededores. Pero lo más importante medito un poco, analizo mi vida, mis próximos pasos y me comunico con Dios. Sin nuestro Padre Celestial ninguno de mis logros y mucho menos esta aventura en Mallorca no hubiera sido posible. En estos ratitos disfruto de mi propia compañía y son los que hacen que la vida sea bella.

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