28 de septiembre de 2011

Primer día en Mallorca

Ya que no he tenido conección de "internet" estable en los últimos días quería compartir lo que ha acontecido desde el domingo que comencé esta nueva odisea. Llegando al aeropuerto de Miami el vuelo se había retrasado una hora pero cantidad de gente esperaba salir a nuestro primer destino; Alemania. Salimos casi a las 6:00 de la tarde, el vuelo totalmente repleto. Me tocó de compañera una americana que iba hacia Alemania por cuestiones de trabajo. Estuvimos platicando casi todo el vuelo aunque casi todo el mundo dormía o se mantenía callado en su silla. Fueron las 8 horas más largas de mi vida. Pensé que nunca llegaríamos a Düsseldorf. Terminamos aterrizando a las 7:30am. Ahora se que nos boricuas no somos los únicos que aplauden al aterrizar, los alemanes también. El aeropuerto de Düsseldorf parecía estar desierto a esa hora. Me estamparon el pasaporte y yo ni tonta ni perezosa si no sabía algo preguntaba. El chequeo para entrar al "gate" fue un poquito medio invasivo, mucha tocadera, pero bueno cada país tiene sus reglas diferentes. Estuve esperando dos horas y media en el aereo antes de partir finalmente a Palma. En este vuelo no tuve la suerte de conseguir alguien con quien platicar. Los alemanes que se sentaron a mi lado no fueron muy amistosos. No me quedó de otra que quedarme dormida un rato hasta que repartieron el almuerzo. Al llegar a Palma otra super caminata para llegar a buscar las maletas. Con razón no hay europeos obesos. Mis maletas no aparecían y obviamente al preguntar estaban en la cinta en el área de Aduana. Saliendo desesperada conseguí a la maestra que me iba a recoger y nos dirijimos a la escuela porque quería tener acceso al "internet" para poder comunicarme con mi familia. Conocí a varios de los maestros y repartiendo dos besos como se acostumbra acá. Para culminar ese día una de las maestras que vive en un pueblo pequeñito retirado de la capital me dejo quedarme en su casa. Gente super hospitalaria con una casa preciosa, con un jardín central, la cocina separada en la parte de atrás y los cuartos arriba. Me enamoré totalmente de su casa. Su madre me dió comida hasta más no poder. Caminamos con sus sobrinitos por el pueblo hasta la plaza para que jugaran un rato y nos sentamos a platicar con una vecina. Todo muy tranquilo, el pueblo completo se conoce, una experiencia inolvidable. Ese día soné como grabadora de tantas veces que repetí mi historia pero todos muy atentos me escucharon.

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