28 de marzo de 2012

¡Por fin llegó la primavera!

Mallorca, sol, playa, arena. Eso tenía en mi mente antes de mudarme a la madre de las Islas Baleares. Después de un invierno cruel finalmente las temperaturas han comenzando aumentar. A pesar de que existe una brisa continúa y el agua del mar aún se encuentra fría no está nada mal ir a la playa un buen rato para tomar el sol. Después de una visita a la playa en Palma y creanme que hay playas mil veces mejores que esta en Mallorca, lo único que el no tener coche te limita grandemente, especialmente si se trata de las calas vírgenes en diferentes partes de la isla.
Mi familia boricua en Manacor me había hecho la invitación para un fin de semana de playa y fiesta para conmemorar el día de San Patricio que como sabemos es de gran popularidad en Estados Unidos pero en esta parte del mundo le da igual celebrarlo. De Manacor tomamos un bus hasta Cala Ratjada, principal puerto costero y más desarrollado en el distrito de Capdepera. Este hermosa área queda localizada al noreste de la isla a unas 40 millas de Palma.
Caminamos por las calles turísticas de Cala Ratjada hasta llegar al mercado, donde se vende de todo un poco. Aprovechamos para comprar "sobrassada", para serle sinceros yo era la que tenía unas ganas inmensas de comerme un poco con pan mallorquín. ¡De pensarlo se me hace la boca agua!
Caminar frente al mar con la brisa, el sol, el agua cristalina golpeando las rocas no tenía palabras.
Exploramos un poco para llegar hasta el área para los bañistas. Al estilo boricua sacamos de nuestras mochilas el suministro de alimentos. Falto poco para traer arroz con habichuelas y un pollito asado.
Después de la hartera de camarones, "sobrassada" con pan y cuanto refrigerios habíamos llegado nos acostamos a tomarnos una merecida siesta. Desgraciadamente nuestra felicidad fue interrumpida por unos adolescentes impertinentes que se pusieron a jugar fútbol a nuestro alrededor. Decidimos mejor irnos tranquilamente a tomarnos una cervecita en uno de los bares locales.
Las mesas daban hacia el mar y a lo lejos se percibía un velero y las gaviotas rondaban el área esperando que una migaja cayera en el suelo. ¡Que día, que relajación! Y pensar que en pocos meses se acabara mi eterna vacación y regresaré a trabajar 40 horas a la semana y con la playa más cercana a 45 minutos manejando. No voy a opacar mi felicidad.
De la playa nos fuimos campo adentro al pueblo de Artá, a una finca de un profesor de inglés de ese pequeño pueblo. El lugar de la fiesta ha sido propiedad de la familia de Toful por años.
Una pequeña edificación con tan sólo dos cuartos, la cocina y la sala amueblada. Se preguntarán: ¿y el baño? Muy simple detrás del arbolito de naranja más cercano, tu elegías.
La noche transcurrió muy tranquila todos los invitados conversaban, tomaban sus cervezas "Guiness" y degustaban los platillos tanto irlandeses como mallorquines.
Hubo interpretación de gaita mallorquina. Varios intentaron aprender a tocar este complejo instrumento pero no pudieron.
También hubo guitarrista.
En toda fiesta siempre hay alguien que se quiere beber hasta las lágrimas. De todos los presentes sólo un chico estaba tan ebrio que terminó calléndose en varias ocasiones. Por lo menos tenía quien velara por él. Así transcurrió un día de pura sana diversión al otro lado de la isla de Mallorca.

16 de marzo de 2012

Gastronomía mallorquina al aire libre

El día en Manacor había amanecido perfecto, leve brisa y super soleado, indicaciones de que la primavera está por llegar. Luego de desayunar con mi familia boricua, Briguette y yo nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo antes de que Tomás pasara a buscarnos. Al llegar a casa de Tomás nos recibió su perra Ona, super emocionada. Decidimos poner la mesa en el patio en el área donde más fuerte daba el sol. Arreglamos el mantel, los cubiertos y trajimos el vino, las copas y los deliciosos entremeses de bacalao y anchoas.
El chef subió sus ingredientes y utensilios a la cocina principal para comenzar a confeccionar el famoso "arròs brut" o en castellano arroz sucio. Es un arroz caldoso y especiado, cocinado originalmente con productos de la huerta, carne y caza, además de embutidos de la zona, como la sobrasada o el butifarrón. El origen de su nombre viene por el caldo turbio y oscuro que crean las especias y la picada de hígado de pollo o conejo que se añade al final de la cocción.
Cada persona hace la receta un poco diferente. Entre los ingredientes primordiales que nuestro chef Tomás tenía, había cebolla, pimientos rojos, judías verdes, hígado, carne de conejo y pollo. La carne se cocina primero con aceite de oliva hasta que este cocida y luego se echan el resto de los ingredientes con el agua para que espese.
Mientras Tomás cocinaba los invitados disfrutábamos bajo el sol de vino, aperitivos y buenas conversaciones. El producto final lo trajo a la mesa en la misma olla de barro donde fue confeccionado. ¡Delicioso el sabor singular de las especias y la carne! Nos comimos dos platos cada uno y para culminar nuestro banquete compartimos diferentes postres típicos.
¡Que tarde tan hermosa! Luego de la hartera caminamos a sólo pasos de la urbanización hasta el campo, donde vimos las ovejas, cabros y caballos. Al regresar a la casa todos quedamos rendidos ante un sueño profundo. Cuando nos despertamos nos reimos y nos preguntábamos que le había echado Tomás al "arròs brut" que nos dejó en tal estado de tranquilidad.
Hacia mucho que no pasaba un día tan relajado y de tan buena compañía. Gracias a mi familia boricua con la que me rio hasta más no poder y a nuestro excelente chef mallorquín por deleitar nuestro paladar con tan excelente mezcla de sabores.

Relajación total

Mi familia boricua en Mallorca (Briguette y Jason) me habían invitado a una excursión con un amigo mallorquín por el área de Escorca, situada en la Sierra de Tramuntana. Me levanté temprano para tomar el tren hasta Manacor y de ahí salir en nuestra aventura. Cuando llegué a la estación de tren había un horario totalmente diferente al que había visto de antemano. El tren llegaría más tarde de lo previsto. Para complicar un poquito más las cosas el tren se quedó barado en las vías por unos quince minutos. Al llegar a Manacor mis amigos me esperaban en el aparcamiento en el coche de su amigo Tomás. Entre curvas y curvas, árboles de olivo y almendra llegamos hasta Lluc. Ahí comenzó nuestra excursión por el camello de piedra, "Camí Vell de Lluc", pasando por Binifaldó y terminando en el Refugio de Montaña Son Amer donde nos tomamos un vinito antes de regresar nuevamente hasta Lluc.
Fue una excursión bastante fácil pero prolongada, al final del día estábamos exhaustos.
Tomás nos hizo la invitación para el día siguiente ir a comer "arròs brut", arroz sucio a su casa. Como sólo había llevado ropa para un día, regresamos a Palma a buscar más ropa y lo que necesitara para pasar la noche en Manacor. Hubo cambio de planes y terminamos yendo a cocinar a casa de Tomás para la cena ese mismo día. Hizimos pizza con anchoas, ensalada, chorizo, butifarró, morcilla, en fin una gran cantidad de embutidos. Esto lo acompañamos con el vinillo y los famosos chupitos que confecciona Tomás de naranja y pera.
Un día totalmente relajado disfrutando de la naturaleza de Mallorca y de la compañía de buenos amigos.

15 de marzo de 2012

Lisboa de día

Habíamos planificado muy bien nuestra corta estadía en Lisboa. En nuestro último día en la ciudad de los tranvías nos levantamos a eso de las 8:00 de la mañana. Luego de vestirnos y disfrutar de nuestro desayuno nos encaminamos a recorrer las calles de Lisboa. Debo aclarar que mi parte favorita del desayuno era probar la mermelada hecha por la abuelita del dueño del piso. ¡Que delicia! Jamás había probado una mermelada tan rica. Tampoco puedo dejar de mencionar los mangos tan dulces y pulposos. De vuelta al tema principal. Tomamos el tranvía hasta la Plaza del Comercío y de ahí caminamos en dirección hacia el puerto en busca de la Catedral Santa Maria Maior de Lisboa.
La búsqueda nos llevó por calles desconocidas y poco transitadas hasta llegar a una tienda con artesanías muy bonitas. Al preguntar el empleado nos dijo: "La Catedral queda literalmente al cruzar la calle." Le habíamos pasado por el lado sin saber.
Después de ver la catedral continuamos caminando cuesta arriba en busca del Castillo de San Jorge que se posiciona en la colina más alta del centro histórico. Tras apreciar la vista de la ciudad y el mar desde el Mirador Santa Luzia tomamos el tranvía hasta el centro de la ciudad.
Caminamos en medio de la Plaza del Rossio y aprovechamos las perfectas condiciones del tiempo para sentarnos a bebernos un galao y comernos un rico pastel.
A pesar de ser domingo habían bastantes personas caminando y manejando las calles. Probablemente en su mayoría turísticas como mi amiga y yo. En nuestro recorrido nos topamos con una gran variedad de monumentos y estatuas todas en la calle principal que cruza el centro de Lisboa. Vimos el Monumento a los Muertos en la Gran Guerra y llegamos hasta la rotonda más grande de la ciudad con la Plaza del Marqués de Pombal en el centro.
De ahí llegamos hasta los edificios abandonados que exhiben obras de arte en grafiti. Un toque muy especial en medio de tanto edificio.
De vuelta a las calles cerca del Arco de Augusta compramos algunos "souvenirs" y contemplamos a los artistas callejeros, bandas musicales y la tuna de estudiantes del colegio de medicina.
Para relajarnos un poco después de un día largísimo caminando, por cierto las piernas me dolían como si hubiera corrido un maratón nos fuimos a cenar a un restaurante cerca del Río Tejo.
Tranquilamente degustamos un rico plato típico de bacalao y regresamos al piso de estadía con la barriga y el corazón más que contentos.

12 de marzo de 2012

Mi paladar se deleitó en Portugal

Luego de haber visto tantas fotos de platos de comida portuguesa estaba lista para probar algunas de las recetas. Durante mi corta estadía en Portugal se convirtió en rutina mientras haciamos nuestro recorrido por las calles de Lisboa y áreas adyacentes, hacer una parada en algún café para disfrutar de los maravillosos postres. Siempre los acompañábamos de un "Galão", café típico portugués, hecho con un cuarto de espresso y el resto leche espumada.
Mi primera experiencia azucarada fue con un pastel de Belém, una de las especialidades más características de la cocina portuguesa. Son tortitas de crema, con pasta de hojaldre y con base fundamental de yema de huevo, leche y azúcar. Se comen con canela y azúcar en polvo. Los tortitas se confeccionan en la pastelería "Pastéis de Belém", cerca del Monasterio de los Jerónimos desde 1837 con una receta secreta.
En cada "coffee break" probaba diferentes pasteles o tortas típicas. En Sintra el "Galão" fue acompañado con "queijadas", minitartas hechas con queso fresco, huevos, azúcar y harina. También se le agrega canela y azúcar en polvo a gusto. Los "travesseiros" no faltaron. Estos son unos pasteles dulces con forma de almohada rellenas de cabello de angel o crema de almendra.
Mi paladar se deleitó más aún a la hora de cenar. Mi primera verdadera experiencia gastronómica fue "1 de Maio", restaurante en Barrio Alto. El lugar es pequeño con las mesas super pegadas unas de las otras y mucho bullicio pero es recomendado por tener excelente comida portuguesa a buenos precios.
Lo primero que nos trajeron a la mesa fue un aperitivo que usualmente es pan y queso. Esto se paga aparte y la mayor parte de las personas no lo sabe. El pan estaba ríquisimo y el queso "Mestiço de Tolosa", mejor aún.
Nuestro mesero nos recomendó el pescado fresco. En Portugal hay una tradición fuerte del consumo de pescado fresco y cocinado de la manera más simple, a la brasa y condimentado con aceite de oliva. La mayoría de los restaurantes en sus vitrinas exhiben el pescado fresco.
Yo elegí el mero a la plancha con verduras y patatas. ¡Que derroche de sabores! El pescado por la mitad con las espinas pero tan carnoso y blando que se deshacía en la boca.
La comida portuguesa se puede encuadrar en la cocina mediterránea. Se utiliza mucho especias como piri piri, pimentón, canela, cilantro, perejil y azafrán. La próxima ocasión que tuve para probar algo diferente opté por "Bacalhau à Brás". Los ingredientes de este plato son el bacalao en salazón, muy típico de la cocina portuguesa con huevo revuelto y patatas finamente cortadas. Se sirve con perejil y aceitunas negras. ¡Que delicia!
Por cierto todo acompañado con un buen vino. ¡Hay que vivir la vida y aprender del mundo al máximo!