1 de agosto de 2012

¡Decisiones, decisiones!

La vida es un continuo proceso de decisiones, siempre teniendo en cuenta el bienestar y desarrollo de una persona. ¡Un pensamiento un poquito profundo pero totalmente verdadero!

Les cuento que llevaba un mes esperando que la Consejería de Educación me enviara el nuevo nombramiento para el programa de Auxiliares de Conversación en Mallorca para el año 2012-13 y en ese mes mi mente no hizo más que pensar en si regresaba a la islita mediterránea.

Algunos días tenía la seguridad de querer regresar mientras que otros consideraba que lo mejor sería quedarme en Florida.

Pensaba en que si regresaba ya me había adaptado a este estilo de vida, tenía amistades, sabía como moverme por la capital, en fin sería una vida ideal pero poco realista. Este último pensamiento lo digo porque trabajar 12 horas a la semana y tener fines de semana de cuatro días suena más como una vacación continúa. Teniendo esto en cuenta finalmente tomé la decisión de rechazar la plaza de nombramiento y quedarme cerca de mi familia.
Renuncia de plaza
¡Ah la distancia también era un pequeño obstáculo! Cuatro mil millas de distancia lejos de ellos no estaba tan fácil especialmente en caso de que me ocurriera una emergencia.

Ahora me queda enforcarme en tener una vida exitosa y recordar que: "Lo bueno nunca acaba si hay algo bueno que te lo recuerda".




Se me hincha el corazón

A pesar de llevar dos meses en casita con mi familia, todavía hay algunas amistades que no he tenido la oportunidad de ver. Esta semana me reuní con una amiga muy especial para salir de la rutina y ponernos al día con lo que está sucediendo en nuestras vidas.

Con el calor insoportable y la humedad de la Florida decidimos ir a una heladería y mientras disfrutabamos del refrescante postre platicamos un largo rato.

Le conté de mi relajante vida, mis experiencias con los niños en el colegio, las amistades que hice y sobre todo mis maravillosos viajes a otras partes de Europa.

Mientras hablaba noté que me exaltaba recordando mi vida de ensueño. Mi sonrisa de oreja a oreja, mi voz con tono apasionado y mis movimientos de manos quizás parecían un poco exagerados pero no me podía contener. Lo mejor de todo, mi amiga compartía mi misma emoción.

¡Así me pasa con frecuencia, comparo mi vida mallorquina con mi vida americana y al recordarme de alguna anécdota se me hincha el corazón!