7 de junio de 2012

La excursión que nunca terminamos

El no tener coche en una isla como Mallorca limita bastante los viajes fuera de la ruta del tren y especialmente la visita a lugares no muy frecuentados por turistas y que son un tesoro escondido. Por suerte me uní al grupo de Senderismo Mallorca que se encarga de hacer excursiones a diferentes puntos de la isla y si no tienes coche no importa porque siempre hay transportación. Me había unido al grupo hacia un tiempo pero cada vez que había una excursión siempre tenía planes de antemano. Finalmente y aunque tarde pude asistir a una caminata que prometía una travesía y vista impresionante. Cala Castell y Cala Estremer en Pollença, pueblo al norte de la isla cerca de Alcudía. Con mi mochila bien preparada nos encontramos con el resto del grupo en el punto de encuentro. Nos dividimos entre los pocos coches que habían y tomamos el expreso hacia Manacor, llegando hasta Pollença en más o menos una hora para encontrarnos con varias calles cerradas por un evento deportivo. Subiendo la montaña había varias personas sin aire y teniendo un poco de dificultad. Pero al ver la impresionante vista de la cala desde arriba nos incitaba a continuar sin reclamaciones. Al momento de descender los guías no estaban seguros si era seguro bajar por el camino rocoso. Tuve mis dudas y escuché la voz de mi madre decir: "¡No busques el peligro!" A pesar de estar a 4,000 millas de distancia tenía razón. Estabamos tan retirados de la civilización que en caso de que alguien se lesionara la ayuda tardaría bastante. Fuimos tres chicas las que decidimos regresar hasta el área hotelera y quedarnos en una de las calas tomando el sol hasta que llegara el grupo de regreso. Constantemente nos pasaba por la mente lo peligroso de la excursión y si se encontraban bien. Más tarde una de las chicas recibió una llamada para preguntarle dónde estabamos ubicadas y para dejarnos saber que pronto estarían de vuelta. Nos estuvo un poco raro porque la persona que llamó no era conocida o por lo menos la chica que contestó no le reconoció la voz. Al encontrarnos con la chica que nos había contactado se entreveía notablemente asustada y nerviosa. Ella y su amiga no pudieron contener el silencio y nos revelaron que la decisión de bajar por ese camino fue la peor. Según ellas el guía no tenía la más mínima idea de cómo llegar hasta la cala porque nunca había hecho la excursión. Las chicas por suerte vieron a un adolescente en bote y le rogaron que las llevara de vuelta hasta la cala donde nos encontrabamos. De camino a Palma el único tema que se tocó en el coche fue el de la experiencia tan horrible por la que pasaron. Yo en cambio planificaba con mis chicas nuestra aventura de esa noche: cena y unas copas de vino en un recorrido de bares de la ciudad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario