27 de octubre de 2011

¡Fuego, fuego!

A principios de semana se me había notificado que la escuela planeaba tener un simulacro de incendios. Una de las profesoras me dijo que no tenía porque preocuparme ya que cuando ocurriera el evento estaría con alguna profesora y ella se encargaría de los niños. Casi al final de una de las clases luego de haberle repartido golozinas a los niños, entre gritos de felicidad tocaron y abrieron la puerta del salón. Con la conmoción no nos habíamos percatado que la alarma de fuego sonaba. Se imaginarán el desorden que tenían en mi salón. Los niños al escuchar las noticias de que había fuego pusieron el grito en el cielo, super nerviosos y tirando todas sus pertenencias y corriendo fuera del salón. Al salir del salón se podía ver humo hacia uno de los pasillos, lo que obviamente indicaba que había que salir en dirección opuesta.
Mientras los niños caminaban en fila se escuchan diciendo: "Que bueno que pudimos salir a tiempo", "¡Ahora nuestros cuadernos de van a quemar!". Todos los estudiantes junto con los profesores se organizaron en un estacionamiento retirado de la escuela. Asustados miraban en dirección hacia el colegio y no salían de su gran impresión viendo el humo salir por las ventanas.
Tres camiones de bomberos llegaron, entraron con mangueras al colegio y pretendieron extinguir el fuego.
Un simulacro muy bien planificado en mi opinión, con todos los componentes para hacerle creer a los niños que el fuego era real y en especial recordarle la importancia de seguir instrucciones y salir a tiempo de sus aulas. Todos los niños me saludaban y los más pequeños me abrazaron todos de una vez casi causando que cayera al suelo. Un grupo de estudiantes de cuarto grado se acercó a mí para expresarme la preocupación de uno de sus compañeros. Pedro que siempre está distraído y se pasa en la clase haciendo maldades hoy estaba super preocupado y casi lloraba. Según sus amiguitos con la prisa saliendo del salón Pedro olvidó sacar a su "hamster" que había traído para que sus compañeros lo conocieran. Me partió el corazón verlo de esa manera pero no podía decirle que era un simulacro. Cuando nos dieron el visto bueno de regresar a la escuela, aún había agua en los pasillos y niños buscaban dónde se había originado el fuego, aunque muchos de ellos terminaron por decir: "¡Todo a sido mentira, no se ha quemado nada!"

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