2 de octubre de 2011
Inicia la vida nocturna
Luego de la platicada con los "roommates" teníamos planificado ir un rato a Oktoberfest, fiesta de la cerveza en el Marítimo.
Primordialmente las chicas eramos las que estabamos interesadas en ir pero se invitó el "rommie" alemán, al que todavía se me hace difícil pronunciar su nombre. Por el momento lo dejamos como el alemán.
No buscamos la ruta pensando que el alemán y su amigo que llevan más tiempo que nosotras en la isla pero nos hemos dado una perdida. Pero aparentemente aún estabamos temprano porque la vida social comienza a las 11:00-11:30 de la noche.
Un poquito de choque cultural con los chicos caminando delante de nosotras como si anduvieran solos. También compraron cervezas de camino y ni preguntaron si deseabamos tomar una. Pero nada quizás estoy acostumbrada a hombres más caballerosos.
Al llegar a la "Fiesta de la Cerveza" obviamente muchos alemanes y alguna gente estaba trepado en mesas y sillas bailando al son de la música. Comida y cerveza en tazas de cristal. Obviamente había que probar aunque fuera una cervecita.
Nos separamos un rato de los alemanes pero de pronto los vimos trepados en las mesas bailando y ahí dije yo, lo siento mucho pero ha llegado el momento de la noche de disfrutar. Con cerveza en mano y trepada en una mesa bailamos toda una noche. En realidad la banda no era buena pero la gente con la cantadera hicieron tolerable las líricas.
Con la cerveza viene siempre el sentido de llenura y las ganas de ir al baño. ¡Que tal que para ir al baño me cobraron! Las ganas fueron más fuertes y terminé por pagar por utilizar los servicios sanitarios.
Al culminar el fiestón nos dirigimos a pie hasta otra fiesta organizada por un chico auxiliar en su terraza. Pero los tazones de cervezas me gustaron tanto y me hacían tanta falta en el apartamento que me los eché en la cartera. Mercancía prestada como diría uno de mis amigos.
¡Santo Dios! Jamás había caminado tanto en mi vida. Pero entre perdida y perdida, parar en sala de emergencia a utilizar los baños y estar relajando llegamos a la fiesta como a las 2:30 de la madrugada.
No se si era el cansancio pero el "party" no me pareció nada distinto a una fiesta americana. La bebedera, música sin que nadie baile y la gente dividida en grupitos hablando idioteces. De momento los dueños de la casa apagaron la música y le dijeron a todos los invitados que se iban para una discoteca. ¡Que excusita barata para botar a la gente de la casa!
Ja pero esto no acaba el tramo más doloroso y largo de mi vida fue hacia casa. Con los pies hinchados hubo quien andó en medias haciendo varias paradas. Ya en la casa cada cual calló rendido en los brazos de Morfeo.
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